Between Light, Nature and Abstraction: The Creative Journey of Annabel Andrews

Entre la luz, la naturaleza y la abstracción: el viaje creativo de Annabel Andrews

Empecé muy joven, vivía en un entorno natural en la Isla de Wight en Inglaterra y no había TV, ni Internet, ni iPhone, ni iPad. Los juguetes eran los árboles y los animales, el campo. La curiosidad la enfocamos en la naturaleza, mirando las cosas muy de cerca. En el colegio desde muy jovencita hacíamos exámenes del Royal Drawing Society y todos los años nos examinaban. Teníamos una excelente profesora de pintura, que era de la famosa Slade School of Fine Art de Londres y nos enseñó y motivó. Se me daba bien dibujar e hice todos los exámenes. Sacaba la máxima nota y eso me hizo pensar que podía hacerlo bien. Cuando terminé la escuela iba a hacer Bellas Artes, pero me ofrecieron un buen trabajo en Londres y no ingresé a estudiar arte. El trabajo era interesante porque tenía que hacer radiografías, dibujarlas y disminuirlas para publicarlas en libros, todavía hay por ahí publicaciones con radiografías mías. En Londres compartía casa con una chica que había hecho Bellas Artes y trabajaba para una compañía de publicidad, ella era dibujante y empecé a pintar los fines de semana, ella me enseñó muchas cosas. En el piso de arriba vivía un australiano, Brian Robertson que pintaba y trabajaba en publicidad y también me enseñó trucos, él después se hizo famoso como crítico de arte en el periódico, me parece que era The Guardian.

Años más tarde me fui a vivir a las Islas Canarias. Y ahí asistí a un Taller Municipal con un escultor, Abraham Cárdenas y empecé haciendo escultura. También hice un curso por correspondencia de la técnica Parramón de Barcelona, estuve 3 años. Era muy emocionante enviar mis trabajos y esperar los resultados y las correcciones, aprendí todas las técnicas. Comencé a pintar muchos paisajes al óleo. Ahí ya gané algún concurso local y me inicié en hacer retratos en el Club Inglés de las Palmas y todo el mundo se apuntaba para posar, incluyendo al cónsul inglés.

Luego me fui con mi familia a vivir a Madrid y ahí estudié 2 años en la Academia Peña en la Plaza Mayor y aprendí muchas técnicas y pintábamos con modelo. Posteriormente hice dos talleres intensivos muy importantes para mi sobre arte contemporáneo en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, el primero con José Guerrero que venía de New York de la escuela del expresionismo abstracto y me marcó e inspiró profundamente hacia el color y la abstracción, después él desgraciadamente regresó a New York y yo empecé el segundo taller con otro gran pintor español Pablo Palazuelo, que era geométrico constructivista, me influenció también mucho en mi trabajo. Los dos talleres eran un poco antagónicos, el de Guerrero era muy emocional, muy visceral e intuitivo y el de Palazuelo era lógico y muy cerebral todo era muy racional y estructurado. Ambos han marcado el trayecto de mi obra artística y se convirtieron en amigos cercanos y me apoyaron y motivaron para que siguiera mi camino artístico.

Mi inspiración fundamentalmente es el paisaje del bosque que me rodea, aquí en la Sierra de Madrid. El contraluz entre los árboles es lo que más me llama. La luz atrás de las cosas y la luz en la lejanía como un deseo de ir hacia esa luz. Es un anhelo de llegar a un sitio que no sabes dónde es. Pasear por la naturaleza me nutre inconscientemente.

Dibujar me encanta y me tira hacia la figuración de modelo y retrato. Me interesa más dibujar algo de verdad, algo como es. Al pintar y al hacer collage me voy hacia el geometrismo y la abstracción, aunque hay que tener una referencia real en la cabeza. Definiría a mi obra como minimalismo total y colorista en la frontera entre la figuración y la abstracción.

No tengo rutinas estrictas todos los días, pero estoy escuchando un impulso interno para hacer el esfuerzo físico de convertir un deseo, sentimiento o recuerdo de algo bello visto y recordado en una imagen, con la esperanza de recuperarlo en una superficie plana con formas y colores, pero tal vez algo completamente diferente o nuevo me llevará a lugares insospechados. Esto puede comenzar una lucha, creando fallas para ser descartadas. Dejarme ir de esta manera es cuando aprendo nuevas formas de trabajar.

Las formas y los colores se mueven, se expanden o se tranquilizan durante una lucha por la supremacía para definir sus fronteras en el campo de batalla del lienzo. Cuando finaliza la lucha, la imagen está terminada, excepto por pequeñas modificaciones que puedo hacer y no queda nada incómodo.

Lo más emocionante es no saber exactamente de dónde viene la intuición, tal vez un paso adelante o retroceder un paso hacia algo más convencional que siempre es menos preocupante.

¡Siempre hay un punto donde la imagen se detiene!

para asegurarse de que este es el final, lo pongo cara a la pared durante unas semanas, después de lo cual generalmente lo veo claramente o continúo, lo tiro o lo firmo felizmente.

La atracción visual más fuerte para mí es el color, pero durante algunos años disfruté de la pureza del

blanco y negro (utilizado como extremo de color máximo). Aparte de pintar, dibujo de modelos en vivo y hago collage.

“ La mirada se adueña de un pequeño espacio de la naturaleza que nos rodea. El cerebro procesa este encuentro. La mano del pintor da la respuesta a ese código que es visión de la mística de ese espacio con el lenguaje aprendido de la línea, la forma, el color, los números y las geometrías y hace visible el temblor del alma...”

Annabel Andrews (ver más)

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